Hoy entrevistamos a Iain MacGregor

Hoy os acercamos una entrevista con Iain MacGregor, un escritor británico apasionado de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Editor de ensayo durante más de veinticinco años, es autor de US Civil War – Battle by Battle y Checkpoint Charlie. Como estudiante de historia visitó el Báltico y la Unión Soviética a principios de la década de 1980 y desde entonces se ha sentido cautivado por la historia soviética. Es miembro de la Royal Historical Society y ha colaborado con medios tan prestigiosos como The Guardian , The Spectator, BBC History Magazine y The Washington Post. Tras el confinamiento, ha desarrollado su faceta como conferenciante en instituciones públicas, museos y festivales literarios, así como en podcast junto a autores de la talla de Tom Holland y Dominic Sandbrook. En su última obra, El faro de Stalingrado, editada por Ático de los Libros, Iain presenta una visión novedosa sobre la toma y defensa de La Casa de Pavlov, uno de los episodios más legendarios de la batalla por la ciudad.

Cuéntanos, ¿cómo fue el proceso de documentación?

Escribí la obra durante la pandemia y lo cierto es que si hubiese intentado abarcar la Batalla de Stalingrado al completo, todavía estaría en fase de documentación. Por ello decidí investigar a la 71º División de Infantería germana y la 13º División de Fusileros de la Guardia soviética. Ambas lucharon en sus calles y de entre todos los edificios, situé a la Casa de Pávlov en el centro. Un faro idealizado por el régimen estalinista por cuyo control, ambos bandos pelearon sin descanso. Durante la cuarentena no pude viajar a Alemania, así que publiqué anuncios en diversos periódicos locales donde solicitaba información sobre el tema. Recibí treinta y cinco respuestas, de las cuales seleccioné cinco para el libro.

El Faro de Stalingrado, editado por Ático de los Libros

¿Qué aportan las fuentes primarias a tu obra?

Me han proporcionado un punto de vista novedoso, en particular los testigos oculares. En el caso de Rusia consulté más de 400 registros de personas relacionadas con la Casa de Pavlov. Por el lado alemán, para mi sorpresa, he encontrado una nueva voz en la figura del coronel Friedrich Roske. Un comandante alemán relegado al olvido que luchó en primera línea y sobrevivió a la guerra. Tras pasar doce años prisionero, rehizo su vida en Alemania del Este. Años después se suicidaría no sin antes dejarnos unas excelentes memorias repletas de datos fundamentales para la comprensión de la batalla, como por ejemplo los emplazamientos de las posiciones germanas. Su profesión de arquitecto le permitió trasladar edificios y defensas sobre el papel en lo que se ha convertido un material inédito. No es que los anteriores relatos carezcan de importancia, pero este es más preciso puesto que Roske organizó tanto los ataques como, finalmente, la rendición. Además, la familia guardó los documentos  cerca de ochenta años hasta que me los cedieron para incluirlos en el libro. Por primera vez sus dibujos, apuntes y reflexiones, tienen la oportunidad de llegar al gran público.

Tradicionalmente, se dice que la Batalla de Stalingrado supuso un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial. ¿Estás de acuerdo?

Mentalmente es probable que sí, pero a largo plazo estaba claro que los soviéticos ganarían la batalla. Aunque hubiesen tenido más bajas, vencerían  a los alemanes. Piensa que en ese momento, occidente temía que la caída de Stalingrado dividiera al país, creando un efecto dominó que condujera a una debacle. Los rusos sabían que superaban  en hombres y equipamiento a las tropas enemigas. Sin lugar a dudas, una posición ventajosa facilitada por la Ley de Préstamo y Arriendo estadounidense.

¿Cómo utilizó la propaganda soviética La Casa de Pávlov?

La Casa de Pavlov, rodeada de posiciones enemigas, conoció un prolongado tira y afloja con constantes asaltos y bombardeos alemanes. Pese a pertenecer a tierra de nadie, una vez recuperada, el régimen soviético la puso como ejemplo de valentía y coraje para insuflar moral a sus tropas. La imagen de Pávlov, el sargento que la conquistó y defendió de los ataques germanos, recorrió el país de punta a punta. La leyenda soviética explicó que acompañado por cuatro hombres, reconquistó el edificio matando y dispersando a los enemigos hallados en su interior. Una vez tomada, un contingente de veintiocho soldados rusos la defendió de ataques aéreos, blindados y de ingentes oleadas de tropas alemanas. Una imagen que no se correspondió con la realidad.

La Casa Pávlov

En base a tu investigación, ¿crees que tenemos una imagen fiel y precisa del soldado soviético? ¿Es similar a la proyectada por la película Enemigo a las Puertas?

En términos generales, la película es precisa en algunos aspectos. En otros, no tanto. Las luchas callejeras están bien logradas pero, en ocasiones, no reflejan lo sucedido. Representar a los soldados soviéticos como carnaza, lanzados al combate sin armas ni pertrechos no se corresponde con la realidad. A lo mejor pasó en otras batallas pero en esta, no. De hecho, pude comprobar cómo la unidad de Pávlov estaba bien armada, con fusiles y granadas de mano, lo que les permitió aguantar el asedio.

La estrategia Blitzkrieg, tan exitosa durante la primera fase de Barbarroja, fracasó estrepitosamente en Stalingrado. ¿Cómo se adaptaron los soldados alemanes al nuevo tipo de lucha, casa por casa, habitación por habitación?

Hubo una parte de lucha blindada, protagonizada por los tanques provenientes del sur, pero la mayoría de combates los lideró la infantería. Los soviéticos se acercaron al máximo a las posiciones enemigas para impedir el uso de la aviación germana y es en ese contexto que se peleó casa por casa, palmo a palmo de terreno. No les quedó más remedio que librarlos así, condicionados por las tácticas rusas.

Iain MacGregor durante la entrevista

A día de hoy, a 80 años de finalizada la batalla, tu libro revela aspectos desconocidos de la lucha. En cuanto a Stalingrado, ¿crees que está todo escrito o quedan episodios por descubrir?

Seguro que quedan cosas por descubrir. Sobre todo en el terreno de los relatos personales. Es posible que existan memorias de veteranos custodiadas por sus descendientes. Hoy en día también queda documentación clasificada e información que aguarda su rescate de los ficheros donde reposan.

¿Podemos trazar analogías con la actual situación ucraniana?

El simbolismo de Stalingrado se ha utilizado mucho contra en la guerra de Ucrania. Esto demuestra la importancia de la batalla, no solo durante la Segunda Guerra mundial, sino para los sucesivos regímenes soviéticos. Los carteles de reclutamiento, por ejemplo, son de estilo antiguo. Imágenes oficiales con la Estatua de la Madre Patria, en Mamáyeg Kurgán, de fondo. Incluso unidades destinadas a Ucrania bautizadas con el nombre de Stalingrado, etc. Putin está obsesionado con la Segunda Guerra Mundial y, en concreto, con lo sucedido en la ciudad. Algunos de sus familiares fallecieron durante el conflicto y es algo que comparte con millones de rusos. Les define como pueblo, lo llevan grabado en su ADN.

 

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