Hoy entrevistamos a David de Jong
Hoy os acercamos una entrevista con David de Jong, periodista asiduo de medios como The New York Times, Bloomberg Businessweek, The Wall Street journal o el Dutch Financial Daily. En Dinero y poder en el Tercer Reich, su última publicación, realiza una exhaustiva investigación para acercarnos la historia oculta de diversas empresas relacionadas con el régimen nazi y sus intentos por blanquear este pasado histórico. Entre sus páginas desfilan firmas conocidas como BMW, Porsche o Dr. Oetker, pero también otras menos conocidas por el gran público como, por ejemplo, la familia Quandt.
¿De dónde surgió la idea de escribir este libro y cómo abordaste el proceso de investigación?
Surgió cuando empecé a trabajar como periodista en Bloomberg, en Nueva York. Me contrataron para escribir sobre economía y al poco tiempo, debido a mi origen holandés, me ofrecieron cubrir noticias alemanas. Fue entonces cuando empecé a redactar crónicas que mezclaban la historia económica de las empresas con la actualidad. Y empecé a darme cuenta de la existencia de un proceso de blanqueamiento del pasado histórico de empresas como la automovilística BMW o la alimentaria DR Oetker. Finalmente, en 2017 me trasladé de Nueva York a Berlín y allí me pasé cuatro años investigando, consultando archivos, diarios, documentación desclasificada y reuniendo toda la información que pude al respecto.
¿Cómo de estrecha calificarías la relación entre la élite nazi y el empresariado alemán?
Al principio fue lejana, pero con el paso del tiempo se estrechó. Y no solamente en el campo de la producción armamentística, la utilización de mano de obra esclava o la expropiación de propiedades pertenecientes a empresarios judíos, sino también en la creación de círculos cercanos al poder. Unas relaciones cada vez más estrechas, pero también más extrañas. Como por ejemplo con Heinrich Himler o el propio Goebbels. Unas relaciones dispares en las que cada cual marcó el camino a seguir.
Y ya que hablamos de Joseph Goebbels, podemos nombrar a su esposa Magda. Un personaje interesantísimo convertido en oportunista. No tan solo por sus relaciones personales sino por ser la principal valedora de Gunther Quandt, uno de los principales empresarios nazis. El recorrido de Magda es cuando menos sorprendente al convertirse en una habilidosa relaciones públicas.
Hay firmas conocidas como Porsche BMW o Hugo Boss, pero existen otras familias más desconocidas con roles destacados, como los Quant. ¿Qué papel jugaron estos últimos?
Los Quandt supieron aguardar su momento. Tras sus inicios en la industria textil, despuntaron fabricando uniformes para el ejército imperial e invirtieron los beneficios generados en empresas armamentísticas sin olvidar sus inicios. Trasladados a Berlín, compaginaron la fabricación de armamento con la de uniformes y pertrechos. Por eso, cuando Hitler llegó al poder estaban perfectamente posicionados y pudieron reorientar sus negocios a los nuevos tiempos.
¿Todas las familias entraron en el juego del poder o hubo alguna excepción?
Existieron pocos casos. Frtiz Thyssen, que si bien se significó a favor de Hitler en 1923, dieciséis años más tarde votó en contra de la invasión de Polonia como miembro del Reichstag. Debido a ello, tuvo que exiliarse y perdió su empresa a manos de Friedrich Flick, su mano derecha. Otro ejemplo podría ser el de Robert Bosch, de la famosa marca de electrodomésticos. De mentalidad progresista, cuidaba de sus empleados y al principio se significó contra la doctrina nazi aunque la abrazó más adelante porque utilizó trabajadores esclavos provenientes de campos de concentración para emplearlos en el programa de producción armamentística.
¿Esta connivencia se dio sólo en firmas alemanas o existieron también vínculos con empresas extranjeras?
Yo destacaría dos, sobre todo. La primera, General Motors que extrajo un beneficio directo al producir coches en Alemania a través de la marca Opel. Por el contrario, Henry Ford, conocido antisemita y seguidor de la doctrina hitleriana, no se benefició directamente. La segunda fue IBM, que generó sistemas de clasificación de la comunidad judía víctima en los campos de concentración, lo que permitió expropiar sus bienes de forma rápida y segura.
¿De todos los ejemplos hallados a lo largo de tu investigación cuál es el que más te ha sorprendido?
El hecho de que todos entraron en esta relación económica sin el menor tipo de ambages dudas o remordimientos. Ni durante ni después. Esa ha sido la gran sorpresa: todos participaron en una convivencia total sin arrepentirse ni mucho menos compensar el daño producido. Quizás sea un pensamiento inocente por mi parte pero esta ha sido mi mayor sorpresa.
¿Cómo eludieron sus responsabilidades al finalizar la Segunda Guerra Mundial?
Gracias a las decisiones políticas del gobierno norteamericano. En aquel momento les interesaba construir una Alemania Federal fuerte. Lo ocurrido con el Tercer Reich pertenecía al pasado. Ahora, lo que importaba era construir un muro de contención contra el avance del comunismo. Por tanto, se les permitió conservar las empresas que se habían apropiado ilegalmente. En algunos casos, algún superviviente o heredero regresaba e investigaba un proceso de restitución con escasas posibilidades de éxito. Y en la zona oriental era aún peor, porque los soviéticos lo confiscaron todo.
¿El ciudadano alemán actual es consciente de este pasado, es decir, cuando alguien compra un paquete de galletas Dr. Oetker o adquiere un BMW conoce la historia asociada a dicha marca?
No tienen conciencia del pasado. Estos hechos han moldeado el tejido empresarial alemán, especialmente cualquier firma anterior a 1945 con tres o cuatro décadas de historia. Tanto si compras coches como harina o galletas. Da igual, el pasado está en todas partes. Que no es que te lo plantees, es que está omnipresente. No es que exista una reflexión personal de decir “acabo de comprender qué pasa cuando compro estos productos”. No es eso. Compres o no compres el producto, el pasado existe y está presente por mucho que lo quieran maquillar.
Por último, ¿Qué esperas transmitirle al lector?
Es un alegato en favor de la transparencia histórica. Al fin y al cabo, estas familias blanquean el pasado histórico de sus antepasados, de los patriarcas, de los familiares fundadores de estas empresas. Los ensalzan como grandes hombres, empresarios, hombres de negocios, etc… Alaban sus hazañas económicas sin contar la cruda realidad de la expropiación de empresas, la utilización de prisioneros, etc. Es un libro que muestra al comprador de estos productos la historia asociada a los mismos. Su dinero se convertirá en dividendos para estas familias y que ese dinero irá destinado a cátedras o a premios culturales, literarios, de medios de comunicación o a cualquier otra herramienta que permita seguir blanqueando y escondiendo bajo de la alfombra el pasado nazi de estos parientes. Es una denuncia de esta realidad oculta para que, al fin y al cabo, sepamos qué estamos consumiendo.





Muy interesante la entrevista Pere.
Aunque también la historia trabaja en los dos sentidos, habrá gente encantada de comer pizzas Dr Oetker porque » contribuye a la causa». A la gente en general le importa poco que BMW hiciera esto o aquello si se puede dar el lujo de poseer un BMW.
Interesantísimos entrevista y tema.
Una nueva lectura recomdendada por Pere Cardona, que no dejaremos pasar.
Gracias y cordiales saludos
Muchas gracias, Santiago. Nos alegra saber que te gustó la entrevista. Saludos.