Hoy entrevistamos a David Casado

Hoy os acercamos una entrevista con David Casado Rabanal, periodista y titulado superior de la Administración del Estado antes de su jubilación. Miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid y la Sociedad Geográfica Española, ha escrito diversos títulos relacionados con su gran pasión, la historia. Entre sus títulos destacan La Marina ilustrada. Sueño y ambición de la España del XVIII, Resistencias numantinas. Los antecedentes más indómitos del pueblo español o Vísperas de sangre y otros relatos sombríos. Colaborador habitual de diversos medios de comunicación, ha participado en obras corales como El sitio de Leningrado. La lucha por la vida; Guerra Civil. Los episodios más oscuros; El ataque de Pearl Harbor; Stalingrado. La ciudad que derrotó al III Reich, y El Blitz. La Batalla de Inglaterra. Su último título, Canaris, el espía y confidente de Franco, aborda una faceta desconocida del almirante germano.

David, ¿Por qué conocemos tan poco sobre el almirante Canaris, jefe de los servicios de inteligencia alemanes durante la Segunda Guerra Mundial?

Es cierto que en España la figura de Canaris apenas se ha divulgado, pese al destacado protagonismo que tuvo para nuestra historia En su caso, resulta obvio que tratándose de un hombre ligado a los servicios de inteligencia todo lo que concierne a su persona está envuelto en un halo de secretismo y misterio, porque además, la mayoría de los archivos de la Abwehr (la Defensa), el servicio secreto de la Wehrmacht que él dirigió, fueron destruidos a propósito por las Schutzstaffel (SS), dependientes del Sicherheitsdienst (el máximo órgano de seguridad del Reich), incluidos los «Diarios» del almirante. La información que nos ha llegado tiene mucho más que ver con las pruebas que se presentaron a su favor en los juicios de Núremberg y las memorias de aquellos que lo trataron en vida o se relacionaron con él.

Canaris, el Espía y Confidente de Franco

Precisamente, la primera obra que se publicó sobre Canaris fue a mediados de los años cincuenta del pasado siglo (Hasta el amargo final), firmada por Hans Bernd Gisevius, un diplomático y agente de la Abwehr que lo conoció en persona, seguida de la biografía Canaris. Patrit und Weltbürger, del periodista alemán Karl-Heinz Abshagen, hoy convertida en un clásico. De Canaris también se ocuparon en sus memorias personajes tan relevantes como el espía británico Kim Philby, o el general Reinhard Gehlen, en su día responsable de los servicios de inteligencia de la República Federal de Alemania.

Entre nosotros, Canaris aparece en las Memorias de Ramón Serrano Suñer, y en la actualidad algunos historiadores ya lo mencionan en sus obras, como el profesor Manuel Ros Agudo, quien ya ha explicado que Canaris es víctima en España del olvido intencionado que envuelve a todo lo que tenga que ver con el destacado papel del régimen franquista en pro de las potencias del Eje. Este historiador sostiene que Canaris resulta una figura incómoda a la hora de poner de manifiesto la clara preferencia de Francisco Franco y su régimen dictatorial respecto a la Alemania nazi, y sus aspiraciones de convertirse en el tercer líder de la nueva Europa que habría de surgir tras la victoria de Hitler y Mussolini sobre las democracias aliadas. También influye el que somos un país al que le han enajenado su memoria y falseado su historia, sobre todo la del siglo XX, y la propaganda franquista al respecto todavía resulta hegemónica y pesa como una losa.

¿Cuál es entonces el objetivo de tu libro, reivindicar su figura?

Mi libro hace especial hincapié en este personaje casi olvidado y poco estudiado por la historiografía española, pese a resultar clave en las relaciones hispano-germanas durante casi treinta años (1916-1944). Primero, como observador político y diplomático oficioso en la época de la República de Weimar y, tras alcanzar la jefatura de la Abwehr (la Defensa), como informador y muñidor del franquismo, al haberse convertido en uno de los mejores expertos alemanes en los asuntos ibéricos.

Pero el libro no es para reivindicar su figura, sino para poner de relieve el protagonismo que tuvo en la historia de las relaciones hispano-alemanas y su papel mediador entre Hitler y Franco, por haberse convertido en el mejor valedor y confidente del dictador español. Desde su apoyo al golpe de Estado de los militares sublevados hasta la gestión de las ayudas financieras y militares que les prestaron las potencias del Eje. Más adelante, terminada la Guerra Civil, su gestión en la sombra contribuyó al fracaso de la mencionada reunión de Hendaya, evitando así la ocupación alemana de Gibraltar y propiciando que España se mantuviera al margen de la conflagración mundial, tal y como deseaban los aliados. Para entonces, Canaris ya barruntaba el futuro desarrollo de los acontecimientos internacionales y no se hacía ilusiones al respecto. De ahí que su figura histórica y su persona guarden un atractivo que está fuera de toda duda, además de ser una leyenda para el mundo de las operaciones clandestinas del siglo XX.

¿Qué fue la KO-Spanien?

Nada más estallar el conflicto europeo, Canaris transformó sus redes secretas de espías en lo que llamo Kriegsorganisation (Organizaciones de Guerra), repartidas por todos los países de interés o conflicto para Alemania. La denominada KO-Spanien fue una de las mayores, y Canaris su principal cerebro y valedor. Resultó el mejor ejemplo de la sombra alargada de los nazis en España, que se prolongó durante toda la guerra mundial, estrechando los lazos con el régimen de Franco y convirtiendo a nuestro país en el aliado de las potencias del Eje. La consecuencia de todo ello fue establecer en la península ibérica uno de los frentes más importantes de la lucha soterrada entre los distintos servicios de inteligencia. La KO-Spanien contó con más de dos centenares de personas en plantilla y otros dos mil agentes repartidos entre España y Portugal, con presencia en más de cuarenta ciudades, incluidas Tánger, Ceuta o Melilla, destacando la libertad de actuación que tuvieron los miembros de la Gestapo, con micrófonos ocultos ─con permiso de El Pardo─ en cualquier despacho en el que se moviera algún ápice del poder.

David Casado junto a su libro

Sin embargo, la robusta personalidad del almirante, su gran talento y lucidez, su ponderado escepticismo y la repugnancia moral ante el uso de la violencia, que fraguó después de su primera faceta como joven oficial de la extrema derecha, terminaron por alejarlo del nacionalsocialismo. Por ello hoy podemos afirmar que fue uno de los pocos dirigentes alemanes que no resultó abducido por Hitler y el Partido Nazi, en el que nunca militó y a los que acabó odiando. Su rechazo a los jerarcas nazis le llevó hasta el extremo de participar en varias conspiraciones contra el Führer e implicarse en el complot del 20 de julio de 1944, el célebre Plan Valquiria (Unternehmen Walküre), que condujo al fallido atentado ejecutado por el coronel Claus von Stauffenberg, y cuyas funestas consecuencias obligaron al afamado mariscal Erwin Rommel a tener que suicidarse el 14 de octubre para evitar la deshonra de un juicio público y las amenazas de represalias contra su familia.

Considerado por sus enemigos como un místico religioso, Canaris en realidad fue un humanista que siempre se sintió pesimista respecto a las posibilidades de Alemania para ganar la guerra, porque según sus palabras: «No puede ganarse una guerra conducida con desprecio de toda ética. Existe también una justicia divina sobre la Tierra». Y cuando se convenció de que los líderes del nazismo estaban conduciendo a su patria a la ruina, tanto física como moral, no vaciló en obrar desde dentro para socavar el régimen hitleriano y buscar la forma de establecer un acuerdo de paz con los aliados.

¿Fue la inteligencia militar alemana tan eficaz como se presume?

Sin duda que lo fue. La Abwehr de Canaris resultó tan eficaz para la Wehrmacht ─el conjunto de las fuerzas de tierra, mar y aire (1935-1945)─ como leal a los valores que el almirante le inculcó y, a diferencia de otros servicios de inteligencia, germanos o no, nunca aceptó la práctica de la tortura ni del asesinato político, tal y como hicieron la Gestapo y el Sicherheitsdienst SD (Policía política y Servicio de Seguridad del Estado), e incluso protegió a los conspiradores antinazis. Escudándose en la singularidad de ser la única organización      germana exenta del crudo principio de las leyes de arialización del III Reich, la Abwehr pudo salvar a numerosos judíos e intervino para rescatar a otras muchas personas de los escuadrones de ejecución de las Schutzstaffel SS (las tropas de protección del Partido Nazi), tanto en los frentes de guerra como en la retaguardia.

El almirante Canaris durante una visita al Frente Oriental Octubre 1941

Los tentáculos de la Abwehr y su red de espionaje se extendieron por medio mundo, creando una organización de inteligencia espectacular para su época, la más competente, por ejemplo, en el espionaje contra el Kremlin. Canaris reunió la mejor y más completa información respecto a las actividades y el potencial bélico de la URSS, y la filtró al SIS-MI6 británico. Por ello, la Rusia soviética supuso un ámbito de cooperación con los alemanes a lo largo de toda la guerra, puesto que los aliados siempre desconfiaron de Stalin. También en los días más negros de Dunkerque, la aseveración en español que trasmitió el almirante al director general de Seguridad, Alfonso Escrivá de Romaní, conde de Mayalde y jefe de los servicios de espionaje españoles: «Puede decirle Su Ilma. al general Franco que ningún soldado alemán llegará a poner el pie en Inglaterra», fue un mensaje concebido con toda la intención para hacerlo llegar a Londres.

¿Canaris quería que España entrara en la Segunda Guerra Mundial?

Desde luego que no. El almirante sabía que España iba a resultar una pesada carga caso de que participara en el conflicto. El país estaba arruinado y el Ejército español no disponía de recursos para librar un combate más allá de un par de semanas. Solo el valor estratégico de la península ibérica podía representar un aval para las potencias del Eje, pero el precio a pagar era tan alto que no merecía la pena nuestra participación. Así se desprende de la mayoría de los informes que la Abwehr y el propio Canaris remitía a los jefes del Oberkommando der Wehrmacht (el Alto Mando). Hoy sabemos que su gestión en la sombra contribuyó al fracaso de la reunión de Hendaya (23 de octubre de 1940), evitando así la ocupación alemana de Gibraltar y propiciando que España se mantuviera al margen de la conflagración mundial, tal y como deseaban los aliados. Para entonces, Canaris ya barruntaba el futuro desarrollo de los acontecimientos internacionales y no se hacía ilusiones al respecto. De ahí que su figura histórica y su persona guarden un atractivo que está fuera de toda duda, además de ser una leyenda para el mundo de las operaciones clandestinas del siglo XX.

No por casualidad, Canaris fue quien proporcionó a Franco muchos de los argumentos necesarios para burlar las peticiones de Hitler, cuando ambos dictadores se vieron al pie de los Pirineos. El Führer pensaba que ese encuentro sería una negociación sencilla, gracias a las ventajas que reportaría a los dos países la toma de Gibraltar, pero las demandas del Caudillo resultaron un obstáculo insalvable. Más adelante, en una comparación famosa, Hitler afirmó que preferiría que le arrancaran varios dientes antes de volver a negociar con Franco. El Generalísimo se mostró intratable y muy bien informado en su negativa a conceder a los alemanes derecho alguno de paso por el territorio español. Años después, el orondo mariscal Hermann Göring confesó al diplomático Ivone Kirkpatrick, alto comisionado británico en el marco de los juicios de Núremberg, que «el error más grave que cometió Alemania durante la guerra fue la incapacidad de Hitler de hacerse con el control de España en 1940».

¿Canaris llegó a odiar a Hitler y participó en la Operación Valquiria?

Así se reveló en sus Diarios y por eso lo condenaron a muerte. Pero no actúo de forma directa, sino dando cobertura a los generales y aristócratas que la diseñaron, en especial a los generales Friedrich Olbricht y Henning von Tresckow. Este intento de magnicidio resultó el más contundente y el mejor preparado, y si la bomba que llevó el coronel Claus von Stauffenberg hubiera estallado en uno de los sótanos del búnker de la Guarida del Lobo, en lugar del barracón de madera en donde se celebró la reunión con el Führer, el canciller y todos los convocados hubieran muerto sin más remedio. Al final, recordemos que fueron más de siete mil personas las implicadas, incluyendo al mariscal Erwin Rommel, quien por ello tuvo que suicidarse, al igual que Tresckow.

Claus Von Stauffenberg, líder de la Operación Valkiria

 

A Canaris debemos recordarlo como un patriota alemán y un hombre de derechas, monárquico y conservador, pero también un humanista que odiaba la violencia. La personalidad del almirante fue más compleja y polifacética de lo que podría pensarse para un militar de la Alemania nazi. Leyendo a sus biógrafos, he llegado a verlo como un hombre cosmopolita por su educación y procedencia de la alta burguesía, imbuido en sus valores ilustrados y que siguiendo la máxima de Kant pensaba que el hombre es un fin en sí mismo y no un medio para los fines de los demás. Él odiaba el autoritarismo, que nunca ejerció con sus subordinados, y defendió el internacionalismo y el entendimiento entre las naciones, a pesar de sufrir durante su vida la dos guerras mundiales. Tal vez su ideario principal fue defender la libertad del individuo y su independencia, por encima de cualquier adscripción religiosa, política o nacional. Él abogaba por no aferrarse (zu klammern, en alemán) a nada que impidiera esa completa libertad de pensamiento y conducta.

Por eso acabó distanciándose del opresivo régimen nazi y del propio Hitler, pese a recibirlo al principio con esperanza tras el derrumbe de la República de Weimar. De ahí su apoyo encubierto a la oposición alemana, el rescate de muchos judíos y la protección de los científicos alemanes del Willheim Institut de Berlín, contrarios a que el Führer se hiciera con el arma nuclear. Pocas horas antes de su final, Canaris dejó una nota de su puño y letra que se ha conservado y nos resulta reveladora. Está dirigida a su compañero de celda, el teniente coronel danés Hans-Mathiesen Lunding y dice lo siguiente: «Muero por mi Patria. Tengo la conciencia limpia. Era mi deber, por mi país, intentar enfrentarme a la locura criminal de un Hitler que ha llevado a Alemania a la destrucción. Cuida de mi mujer y de mis hijas».

Muchas gracias por facilitarnos esta entrevista, David. Te deseamos el mejor de los éxitos.

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