La contraseña de Bruce C. Clarke

Durante la Batalla de las Ardenas, los alemanes lograron infiltrar soldados lanzándolos en paracaídas para realizar acciones de desinformación y de guerra psicológica entre las líneas aliadas. Estos hombres, con uniforme americano y hablando un perfecto inglés, sembraban el caos realizando acciones de sabotaje en las líneas aliadas. No es de extrañar que cuando capturaban alguno fuera fusilado sin contemplaciones. Como era difícil distinguirlos, finalmente se decidió hacerlo por un método bastante práctico: Cuando se capturaba aalgún sospechoso, se le interrogaba a base de preguntas de prensa rosa o de deportes, como por ejemplo, qué actriz estaba con qué actor, quién era el hijo de algún famoso, quién ganó el campeonato de béisbol, etc. Normalmente, no sabían contestarlas ya que el régimen nazi no difundía ninguna noticia americana a la que no le pudiera sacar provecho.

El General Bruce C. Clarke

Fuente de la fotografía: trumanlibrary.org

Al igual que le había pasado al General Omar Bradley, otro General llamado Bruce C. Clarke se encontraba en la zona de las Ardenas, concretamente a la salida de una población llamada St. Vith, cuando fue detenido en un control de carreteras. A los soldados que se encontraban en aquel puesto les habían dicho que estuviesen atentos a un comando alemán que se había infiltrado con el uniforme de General de una estrella. Al cabo de un rato, uno de ellos observó cómo se acercaba un jeep por la carretera y lo detuvo al comprobar que viajaba una persona vestida con uniforme de General. El soldado hizo la pregunta de rigor, que en esta ocasión iba sobre un equipo de beisbol, los Chicago Cubs. Clarke no contestó correctamente y la respuesta del soldado fue «Solo un Kraut (alemán) no es capaz de responder correctamente». Bruce C. Clarke protestó enérgicamente y se identificó sin éxito como General, mientras el soldado le colocaba unas esposas y lo arrestaba. Al cabo de media hora se aclaró el error y Clarke pudo seguir su camino, aunque estamos seguros que a partir de aquel día no se olvidó del nombre de aquel equipo de béisbol que estuvo a punto de causarle un serio disgusto.

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