El encuentro entre Roosevelt e Ibn Saud
Durante una visita al rey saudita Ibn Saud, el presidente norteamericano, que utilizaba una silla de ruedas para desplazarse, le regaló una de ellas como gesto de buena voluntad
Es de sobra conocido que el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt utilizaba una silla de ruedas para poder desplazarse. Las secuelas producidas por la polio, contraída a los 39 años, lo mantuvieron postrado en una de por vida, aunque siempre evitó aparecer retratado sobre ella. De las 35.000 fotografías conservadas en la Roosevelt Presidential Library, tan solo aparece utilizándola en dos. No obstante, al presidente siempre le acompañaba alguna de recambio durante sus viajes. El 14 de febrero de 1945, de regreso de la Conferencia de Yalta, Roosevelt se reunió con Ibn Saud, el rey de Arabia Saudita. El monarca abandonó su país a bordo del USS Murphy y navegó durante tres días en dirección al Canal de Suez. Junto a el, un séquito de 48 personas compuesto por guardaespaldas beduinos, servidores de té y su astrólogo personal, entre otros. El encuentro entre Roosevelt e Ibn Saud tuvo lugar a bordo del crucero USS Quincy, el barco que transportó al presidente hasta Egipto.
En su agenda portaba un tema tan delicado como garantizar el suministro de crudo saudí para su país, una concesión que el monarca satisfizo sin mayores problemas, al igual que el permiso para la construcción de una base aérea en Dharhan, y es que el buen entendimiento funcionó entre ambos desde el primer momento. Ibn Saud, al igual que su anfitrión, tenía problemas para caminar. Las secuelas producidas por antiguas heridas de guerra le produjeron fuertes dolores en las piernas, a la vez que le obligaron a depender de bastones para caminar, una circunstancia que despertó la comprensión del presidente norteamericano.
Reunión entre el monarca Ibn Saud y el presidente Roosevelt a bordo de USS Quincy
Intercambio de regalos
El coronel de los marines Bill Eddy, intérprete de ambos, fue el encargado de recoger una curiosa anécdota. El rey calificó a Roosevelt como su «hermano en edad, responsabilidad al frente de su país y comportamiento», a lo que el presidente le contestó que Saud era afortunado en poder utilizar aún sus piernas para desplazarse a donde quisiera. El monarca bromeó «Vd es el afortunado, Sr. Presidente. Mis piernas se debilitan cada año, pero Vd con su silla se asegura que llegará». Sin dudarlo, Roosevelt contestó: «Tengo dos sillas iguales. ¿aceptaría una como regalo personal?» a lo que el rey contestó: «Le estoy muy agradecido. Siempre le recordaré, mi querido amigo». El monarca recordó este gesto toda su vida y siempre que tenía ocasión, explicaba la historia de la silla a sus acompañantes: «Esta silla es mi más preciada posesión. Es un regalo de mi gran amigo, el presidente Roosevelt, de quien Alá se apiadó».
A parte de la silla, el norteamericano le regaló un avión DC-3 especialmente modificado para albergar un trono giratorio que permitía al monarca saludar siempre hacia La Meca. Este aparato, con los años, fue el primero de la flota de las aerolíneas Saudíes. El rey, por su parte, regaló al estadounidense una daga con incrustaciones de diamantes, joyas de perlas, perfumes, cinturones de oro tejido y trajes bordados.
A continuación os dejo un enlace al vídeo del encuentro: Roosevelt e Ibn Saud a bordo del USS Quincy
Fuente de la fotografía: mideasti.blogspot.com
Fuente del texto: Owen, David: En el poder y en la enfermedad: Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años: Editorial Siruela, 2011.
Gresh, Geoffrey: Gulf Security and the U.S. Military: Regime Survival and the Politics of Basing: Stanford University Press, 2015.
Excelente artículo se este singular , útil y preciado regalo. Me sentí conmovido por los gestos de mutuo respeto entre ambas figuras históricas pero lo de la silla de ruedas es una faceta de la historia que desconocía. Reitero que es un excelente artículo!!!!
Muchas gracias, Juan. Las relaciones y anécdotas personales son, como dijo Unamuno, la base sobre la que se escribe la Historia. Merece la pena sumergirse en ellas porque, en ocasiones, son esclarecedoras y muestran el porqué de determinados acontecimientos. Un saludo.
Otra anécdota desvelando algún aspecto poco conocido de la Segunda Guerra Mundial. Bien por HSGM.
Nuestra felicitación a Pere Cardona y el deseo de que siga manteniéndose a salvo de la que está cayendo.
Que todo pase pronto Pere y a seguir compartiendo Historias de la Segunda Guerra Mundial
Muchas gracias, Santiago. Espero que estéis todos bien. Cuidaros mucho. Un fuerte abrazo.